PATALEA, PATALEA, PATALEA

En un divertido fin de semana en compañía de mis amigos Bianca y Renzo, y otros jóvenes, fuimos a la finca de la familia de mi primo Wilton, quien amablemente nos invitó; montamos caballo, caminamos por los cultivos de china, exploramos veredas y ríos, y compartimos múltiples actividades en grupo día y noche.

Salimos en busca de los ríos en la cercanía de la propiedad, el grupo se fue más lejos, con la intención de llegar al río más caudaloso; mis amigos y yo, decidimos quedarnos en el primero, estaba muy lindo el paisaje.

Los ríos de la zona tienen fama de ser peligrosos, mientras disfrutaba de un rico baño, por cautela permanecía cerca de la orilla, entretenida y jugando, me sumergía, aguantaba la respiración, y al rato subía un brazo contando con los dedos, 1… 2… 3… De repente, el divertido juego cambió drásticamente a la realidad, sentí calambre en una pierna, el suelo desaparecía del alcance de mis pies, la corriente me arrastraba. Veía a mis amigos conversar sin percatarse de lo que estaba sucediendo. “Señor, estoy en tus manos”; evitaba tomar agua, tomaba aire cuando emergía, y movía los brazos para llamar la atención. Sumergida, retenía el aire y pataleaba como podía para volver a subir, así pasé un largo rato hasta que Renzo notó que ya no estaba jugando, nadó vigorosamente y logró llevarme al otro extremo, hacia los manglares.

“Pues habéis sido salvados por la gracia mediante la fe; y esto no viene de vosotros, sino que es un don de Dios”

- Ef 2, 8

ꜟQué alivio!, el susto pasó, estoy a salvo, ꜟoh, sorpresa!, tenemos que nadar hacia la otra orilla. Felizmente, completamos la hazaña. ꜟ Agradezco infinitamente el heroico rescate de parte de Renzo!

Con esta experiencia, recuerdo el cuento de la ranita que cayó en un vaso de leche, se mantuvo pataleando y pataleando hasta que la leche se convirtió en mantequilla, y entonces pudo saltar y salir del vaso.

Y a ti te digo, aunque te estés ahogando, patalea, patalea, patalea, no temas, persevera y confía en Dios, quien todo lo puede, quien cambia las circunstancias y los acontecimientos. Dios nunca se ausenta, siempre está contigo en las buenas y en las malas. Aunque en el momento no veas nada, sigue pataleando, ꜟjamás te rindas!

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