Niñez Bendecida
Te agradezco Señor, cada día que en mi niñez, me acercaba a la capilla del colegio a tener esos minutos de comunión contigo y con nuestra madre María. Gracias por darme la oportunidad de conocerte desde temprana edad.
Gracias por una niñez feliz, crecer en una familia modesta y poder disfrutar de privilegios en muchas ocasiones. Gracias por la oportunidad de estudiar en un colegio con formación católica y valores fuertes. Por los momentos inolvidables que allí viví, y los amigos que perduran.
Gracias porque a temprana edad, pienso que tenía en ese momento diez u once años, papá Tomás (mi abuelo) me entregó una hojita amarilla con un mensaje: “Feliz es la persona que lleva a Dios en su pensamiento, en su corazón y en todos los actos de su vida”. ꜟQué sabias palabras!, se convirtieron en el norte de mi vida.
Gracias por cada una de las oraciones contestadas como esperaba, y por todas aquellas respondidas de otra manera demostrando Tu Santa y Divina Voluntad.
Guardo en lo más profundo de mi corazón cada momento de felicidad de mi vida. Gracias por tanto cariño recibido.
Dios escucha la oración y siempre responde. Abre tus brazos y recibe, recibe lo que Dios tiene para ti. ¡Bendito seas Señor, Rey del Universo!
Gracias por cada paso que avanzo en el crecimiento de la fe, día a día desde la infancia. Gracias, Señor por tu ayuda permanente y porque siempre estás disponible.
Hágase en mi Tu voluntad. Quiero ser un instrumento tuyo, cada día acercarme más al plan que tienes destinado para mi, y mantener un corazón de niña.
La sabiduría viene del Señor, es por eso que me dirijo a Él una y otra vez, para cada situación grande o pequeña que requiera de actuar con sabiduría, que necesite de amplitud de inteligencia; orar por sabiduría y discernimiento. Dios es el conductor de mi vida. He aprendido a consultarle cada detalle. Voy aprendido a orar pidiendo que se haga en mí su voluntad.